Se
acabaron los días viviendo un sueño, tocó abrir los ojos y despertar. La rutina
te llama aunque simplemente sea para instalarte delante del ordenador a ver
pasar las horas.
Al
levantar ya no es necesario mirar al lado, ya no está él, ya no hay nadie que
acompañe tu amanecer, a quien despertar una vez has fumado el cigarro matutino.
Se acabaron
los paseos donde perdida en la harmonía de su voz tratabas descubrir lugares
nuevos, rincones que habían escuchado al corazón de aquel a quien no puedes
evitar sonreír al mirar.
Queda el
recuerdo cercano de un pasado que tratas de traer al presente.
En la
incertidumbre de volver a compartir mágicos momentos, de desnudar tu alma
paseando por las calles que te han visto crecer.
Sueñas
con que esta puede ser la primera vez de pequeñas vivencias compartidas, sueñas
volver al lago pudiendo sus brazos tocar y no tan solo escuchando sus palabras…